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bloh, bloh, bloh: fotografía, música y cosas de esas.

viernes, 7 de octubre de 2011

De esta guisa me conoció Thom Yorke

Capítulo I. De cómo hice el ridículo en el Virgin Store.

La tienda Virgin de Sevilla fue una gran idea que se adelantó tanto a su tiempo que se fue a la mierda al poco de abrir. Todavía nos faltaban por lo menos quince años para estar preparados para un centro cultural de ese tipo. Seguir leyendo...



No fue en el 93, como siempre creí, sino en el 94, cuando un día iba yo paseando por el centro con mi amiga la Sedi y de repente se acordó de que precisamente en la tienda Virgin había un grupo inglés que se estaba poniendo de moda firmando autógrafos. A ella le gustaban pero le daba muchísima vergüenza entrar a pedirles un autógrafo, más cuando no teníamos ni boli ni papel ni por supuesto pasaba por nuestra cabeza comprarnos el cedé para que nos firmaran en la carátula. A mí me daba más vergüeza que a ella, seguro, pero me daba aún más vergüenza reconocer mi vergüenza, así que me la tragué y armado con un papelito de mierda que encontramos tirado en la calle entré en el Virgin y me dirigí hacia la mesita donde estaba el grupo.

Eran cuatro o cinco tipos flacos, feos y con pinta entre fashionpunk y de afeminados. Por lo visto se llamaban Radiohead. Pasé el papelito de mierda por encima de la mesita y me fueron firmando. Estaba tan avergonzado que casi ni levanté la cabeza. Salí rápido de la tienda, la Sedi esperaba fuera con una gran sonrisa. Miramos el papelito y a mí me gustó mucho la firma de uno de ellos que era algo así:


Cuando ya volvíamos felices a casa la Sedi me dijo:

- ¿Sabes que a Merche seguro que le encantaría tener un autógrafo de esta gente?
- ¿Tú crees?

Por mi parte, tener contenta a la tal Merche era algo importante que en general me ocupaba y preocupaba bastantes horas al día, os podéis imaginar el resto. Por unos segundos pensé que me podía escapar de mi cruel destino, pero no:

- ¿Por qué no pasas otra vez por la tienda y les pides otro autógrafo?- me preguntó la Sedi.

Lo peor de lo peor, volví a hacerlo, tuve que volver a hacerlo: cogí otro papelito de mierda del puto suelo de la calle, entré otra vez en la tienda y sin levantar la vista lo puse en la mesita, me firmaron y me fui pitando como el tren bala.

Capítulo II. El concierto.

Por la noche había un concierto gratuito organizado por una empresa local de cervezas (no voy a decir Cruzcampo por no hacer publicidad) y tocaban estos ingleses afeminados que me vieron hacer el ridículo dos veces esa tarde. Fuimos todos al concierto, la Sedi y Merche también, en pandilla, paz y armonía, pero la aparición de los inglesitos se retrasaba y se retrasaba y justo cuando empezó el concierto la Sedi ya se tenía que volver a casa. Éramos pequeños (tampoco tanto) y a algunos se nos convertía la carroza en calabaza a cierta hora. Por solidaridad siempre que uno se tenía que volver a casa nos volvíamos todos, así apenas tocaron dos temas y ya nos estábamos yendo.

El concierto me estaba gustando mucho, tanto que marcharnos me jodió tanto que la Sedi se sintió un poco en deuda por el día de mierda que me estaba dando.

Y para compensarme, aunque no hacía falta, unos días después me regaló la cinta de Radiohead, "Pablo Honey" se llamaba el álbum. Me gustó el detalle, no lo olvidaré, me gustó el nombre "Pablo" (por algún motivo me sentí identificado) y sobre todo me gustó la música. Así hasta ahora.

Dejo aquí una reseña del diario ABC de aquel evento:


4 comentarios:

  1. Conocía la historia pero me ha gustado leerla. Tuve esa cinta en mis manos un tiempo hasta que me la gravé.

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  2. Pues yo la verdad es que no sé dónde la tengo, en algún cajó seguro.

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  3. adorable historia!
    por mi parte, tuve que esperar muchos años (más de una decena) para ir a un recital de radiohead, ya que vinieron al país por vez primera en 2009
    y no sé si volverán.

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  4. Juanita, admirable no sé, la verdad es que es un poco ridícula.
    Con su música actual merece la pena verlos en una sala pequeña donde se puedan apreciar todos los matices. Los vi de nuevo hace unos meses en Lisboa y he llegado a la conclusión de que en los grandes festivales se diluyen.

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