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bloh, bloh, bloh: fotografía, música y cosas de esas.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Don Quijote de la Mancha (M. de Cervantes)

CAPÍTULO XI
De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros

[...]

-¡Gran merced! -dijo Sancho-; pero sé decir a vuestra merced que como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas como sentado a par de un emperador. Y aún, si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. Así que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere darme por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que éstas (aunque las doy por bien recibidas), las renuncio para desde aquí al fin del mundo.

[...]

No puedo estar más de acuerdo con el amigo Sancho.

1 comentario:

(comenta ahora o calla para siempre)

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