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bloh, bloh, bloh: fotografía, música y cosas de esas.

jueves, 31 de marzo de 2011

La estilográfica volvió a perder la guerra



Roy había pasado ya por esto varias veces en su vida. La sensación era de haber trabajado duro, durísimo, durante los dos últimos años. No, claro está, no al máximo, no como si el mundo se acabara mañana, más tipo corredor de fondo que esprinter. Claro, también necesitaba reducir el ritmo de vez en cuando, respirar. Respiró profundamente. Quizás para otros no, pero para él, durante estos meses había dado su mejor nivel. Además no hay que compararse con nadie. No hay que compararse con nadie sino con uno mismo. Y había dado un buen nivel. Dudaba. Y se repetía eso mismo, tarde en la tarde, en la oficina ya solitaria, blanca, silenciosa, limpia y fúnebre. ¿Cuánto más hubiera sido necesario? Seguramente muy poco más, quizás un poco más de constancia. Pero, ¡mierda!, por ese poco había sido injustamente tratado. Condenado.

Estuvo disfruntando de su inmensa sensación de frustración durante media hora más. Al cabo de ese tiempo ordenó unos papeles, apagó la pantalla y se levantó. Cuando ya había dado un paso hacia el ascensor miró atrás hacia su escritorio y su vista se fijó en la pluma estilográfica que le había regalado su exmujer años atrás. Se sonrió. Hubiera sido un buen momento para deshacerse de ella para siempre. Y sin embargo en determinados momentos, ciertos objetos, víctimas y veteranos de nuestras propias guerras, nos hacen más compañía que un buen amigo. Se la metió en el bolsillo de la camisa. Colocó su silla bien pegada a la mesa. Volvió a respirar profundamente. Llamó al ascensor, bajó los tres pisos y salió del edificio por última vez.

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