Siempre que he ido a Madrid, y mira que voy veces, me ha pasado lo que probablemente le sucede (o sucedía o sucedió) al pintor Antonio López, que llegando de un sitio más pequeño, de Tomelloso él y de Sevilla yo, de repente se ve sobrepasado por la imensidad del océano de asfalto y la velocidad de vértigo con la que todo pasa alrededor de uno, que lógicamente está hecho a otras pausas.
Antonio López tardó siete años en terminar su "Gran Vía", una avenida que pinta desnuda de todo ese trasiego que tanto nos abruma a los provincianos:
La semana pasada, como dormí por allí cerca de la Gran Vía y me podía levantar tempranito, aproveché y tiré un par de fotos desde ese mismo punto. No he podido evitar sacar dos versiones, una utilizando sus colores y luces y otra utilizando mi "método habitual".
La una:
Y la otra:
La foto está tomada poco antes de las ocho de la mañana, pero me llevé casi una hora haciendo el idiota allí para esperar que hubiera más o menos la misma luz que en la pintura. Para "desnudar" de gente esta imagen he tenido que usar dos tomas prácticamente iguales. Una tenía coches en unos carriles y otras en otros, así pillando un poquito de cada una y con algún apaño (porque no las hice con trípode y no coincidían plenamente), pues así ha quedado. Un pequeñito homenaje a un gran pintor.
Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades.
(Antonio López)
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