La evolución natural ha esquivado a los dragones de Komodo y al servidor de datos en tiempo real sobre el que estoy trabajando. Ambas especies han permanecido aisladas, sin apenas depredadores ni competidores naturales; tampoco les han afectado apreciablemente los cambios climáticos ni la acción del hombre.
Les presento al que he bautizado como "Computador de Komodo":
En sus tripas hay ficheros de 1994 y procesos corriendo que seguramente se iniciaron por aquel entonces. Su monitor de ojos verdes tiene cataratas y su teclado perdió dos teclas y otras dos las tiene bloqueadas de la roña. La otra noche tuve que parar y arrancar unos servicios y tardó como una hora, el pobre.
En un par de meses se extinguirá como especie. Qué pena, Computador de Komodo, seguro que vas al cielo de los ordenadores.
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jueves, 11 de noviembre de 2010
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